El PVC se ha impuesto, en las últimas décadas, como principal material utilizado en la fabricación de todo tipo de cierres. Este hecho no es fruto de la casualidad; sus cualidades de dureza y durabilidad, además de sus características aislantes, le han convertido en la opción preferida para la mayoría de clientes que buscan unas buenas prestaciones en conjunto con un bajo mantenimiento y un precio ajustado.
Además de las diferentes tipologías destacadas en la presente página web, Cierres Albert también ofrece la posibilidad de fabricar combinaciones de las mismas, la fabricación de ventanas cuidados o incluso la utilización de otras series y tipos de apertura no especificados.
El coeficiente de conductividad térmica del PVC es 1235 veces inferior que el del aluminio y 1,35 veces menor que el de un muy buen aislante térmico como la madera; este hecho asegura unas mínimas pérdidas de calor o frío en el interior de la vivienda. La escasa conductividad térmica y la total estanqueidad del sistema permiten mantener la temperatura en el interior de nuestra casa a un nivel óptimo con el ahorro de calefacción o aire acondicionado que ello implica.
Acústicamente hablando, la capacidad aislante de las ventanas de PVC viene dada tanto por las características del material como por las juntas de acristalamiento y estanqueidad. La reducción de ruido en el interior de la vivienda puede ser hasta 16 veces inferior que el ruido exterior, aportando unos niveles de confort y tranquilidad excepcionales.
La resistencia a la abrasión, golpes y desgaste del material implican un mínimo mantenimiento; distintos estudios certifican una buena duración del color inicial del producto y de las características mecánicas de la ventana. Su gran resistencia a los ácidos básicos le aporta gran durabilidad, incluso con circunstancias climatológicas agresivas, como por ejemplo, en zonas costera o industriales.
El PVC es un material sostenible. Su composición, donde un 57% es simplemente sal, le convierte en un material poco dependiente del petróleo. Estas características, junto con la reducción de emisiones de CO2 que implica su utilización y la posibilidad de ser reciclado hasta diez veces sin perder sus propiedades originales (según normativa europea), le convierten en un material perfectamente amigable para el medio ambiente .